sábado, 25 de septiembre de 2010

ROBERT HUGUES, EL DECLIVE DE LA CIUDAD DE MAHAGONY

FICHA TÉCNICA:

AUTOR:

Hugues, R.

TITULO:

El declive de la ciudad de Mahagony

OBRA:

A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas.

Traducción: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990)

De: Alberto Cascarelli

Ed. Anagrama

Barcelona 1992, (1987)

Págs. 11-41

En este ensayo Hugues retrata los procesos evolutivos del arte, acontecidos en la última centuria postulando como centro neurálgico de estos a la ciudad americana de Nueva York y su posterior declive. Expone que ésta desbancó a Europa del puesto centralista entre 1945-1970, siendo este cuarto de siglo la época de esplendor de la nueva capital del arte. Sin embargo, afirma que América “jamás ha producido” arte capaz de rivalizar con el europeo.

Desde su lejano punto de vista (Australia, nada más y nada menos) Hugues junto con sus coetáneos observaban el triunfo de Nueva York y sus artistas, resignándose ante sus logros, observando la impotencia de los artistas de su entorno para competir con aquéllos. Según él esto se debía a su incapacidad para contemplar obras de arte; puesto que solo tenían a su alcance la revista “ARTnews” cuyo tono era tan concluyente en cuanto a lo que de obras de arte se trataba que les era imposible oponerse a ella, salvo por el contacto íntimo con las obras originales, lo que era prácticamente imposible por su situación geográfica.

Expone: “¿Cómo no podíamos estar de acuerdo?, […] tendíamos a asumir la postura de que nuestra propia falta de preparación, o simple estupidez, era el impedimento que nos impedía ver”. No hace más que justificar la postura de resignación que como él, miles de personas tomaron ante el arte del nuevo siglo, al considerarse incapaces de estar a la altura de éste.

Prosiguiendo, el autor expone la problemática de la subyugación del arte al mercado, que comienza en la década de los 80. Para él, la inflación del mercado supone “la victoria de la promoción de la obra de arte sobre el conocimiento artístico”, y por consiguiente se produce un proceso de empobrecimiento en la preparación de los artistas. Todo ello culmina con lo que se denomina como un hundimiento cultural, que se corresponde con el declive de Nueva York, siendo este su punto de partida para el resto del mundo.

La decadencia de Nueva York coincide con su auge en política, economía y medios de comunicación; junto con una pérdida de talento en la pintura y en la escultura asociada a un declive general en los niveles educacionales.

En el último fin-de-siècle (1885-1905) el pensamiento imperialista europeo estaba en su apogeo; se ansiaba la conquista y el desarrollo, sin ninguna restricción ya que su mundo estaba mucho menos abarrotado que el nuestro. Nosotros pensamos en preservarlo mientras que ellos pensaban en la expansión. Esto se evidencia en las manifestaciones artísticas en las que la naturaleza aún era una fuente inagotable de formas para el artista. Además la calidad de las manifestaciones artísticas recaía en la preparación academicista en la que la mayoría de artistas se habían formado. Quizás también porque no estaban influidos por la contracultura que hoy nos acontece. Y es que durante el último siglo, la enseñanza ha sucumbido ante la falsedad de que el aprendizaje de los valores académicos es contrario a la creatividad.

Gran culpa de ello la tiene la enseñanza americana que trataba de potenciar las “personalidades realizadas” olvidando transmitir las difíciles habilidades de la pintura y la escultura. Se apunta también que la anexión de la enseñanza artística a las universidades encaminó las obras hacia el conceptualismo, anteponiéndose la teoría a la práctica. Así como la enseñanza dependiente de reproducciones de obras en lugar de obras reales, empuja al arte hacia lo incorpóreo, lo conceptual. Esto se convierte en un gran problema ya que las obras, en sus reproducciones, sufren una abstracción, una pérdida de sustancia, desde la plástica de estas hasta la escala. La diapositiva da al estudiante una idea casi abstracta de lo que es la idea autentica de la obra.

Prosigue Hugues que otra de las causas de ese hundimiento cultural del arte es producido por los medios de comunicación, que desbancan al arte como “forma primaria de discurso social, como índice de lo real”; en cierta medida como medio de comunicación. Y es que exceptuando la prensa, en el último fin-de-siècle, no existían los medios de comunicación de masas, la fotografía estaba naciendo, posteriormente aparecieron el cine y la televisión, ésta última no se convertiría en un hipnótico medio masivo de comunicación hasta después de los 50. “El poder de la televisión va mas allá de cualquier cosa que las bellas artes hayan deseado o conseguido jamás”. Ésta, vacía el mundo de significado, tiende a suprimir la imaginación explicando un mundo de estereotipos demasiado autoritarios como para que se desarrolle de un modo diferente.

Los modernos se fascinaron ante los medios de comunicación, pero los utilizaban dentro de las expectativas planteadas por su aprendizaje académico, sin embargo, en la actualidad y desde Warhol, los medios fueron abrazados por los artistas incondicionalmente, llegando al punto en el que el arte se separa de la naturaleza y busca su fundamento en la cultura. Esto según apunta Hugues se convierte en un callejón sin salida para el arte, ya que se “ha producido una cultura artística volcada hacia la información y no hacia la experiencia”.

Pintura y escultura tienen valores muy diferentes de los medios audiovisuales. El arte a diferencia de estos necesita una mirada prolongada y no una mirada pasajera. El arte tiene un aspecto espiritual del que carece lo audiovisual. Pero si el arte abre sus puertas a cosas que no tienen relación con él, estas se hacen con el mando y se produce una forma de arte híbrida que intenta ser espectáculo.

Retomando la ciudad de Nueva York como centro neurálgico del arte, Hugues expone que ésta permanece como un centro, pero no el centro, ya que su centralismo está basado principalmente en el mercado y este nada tiene que ver con la vitalidad cultural. Para el mercado, el conocimiento es una traba a su progreso y sometido a aquél se convierte en algo a extinguir, ya que el objetivo del mercado es borrar aquellos valores que impidan que cualquier cosa se convierta en una obra maestra.

En los últimos tiempos Nueva York ha generado una gran riqueza, lo que ha provocado una sobredimensión del mercado afectando al arte y convirtiéndolo en industria, “La Industria del Arte”, con muchísimos beneficios económicos y ninguna norma, llegándose a dar por supuesto que el arte ha de tener unos precios desorbitados. Como consecuencia de esto el arte pierde su valor inherente y su uso social, ya que al “encerrarlo en el circo del mercado es impedirle a la gente poder contemplarlo” “el Boom del mercado del arte ha significado un desastre sin paliativos para la vida pública del arte”

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 14

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 24

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 25

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 31

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 32

ORTEGA Y GASET, LA DESHUMANIZACION DEL ARTE

FICHA TÉCNICA:

AUTOR: José Ortega y Gasset

TÍTULO: La Deshumanización del arte

FECHA DE PUBLICACIÓN: 1925

REFERENCIA: José Ortega y Gasset, “La deshumanización del arte y otros ensayos de estética”, Edit. Espasa Colección Austral, Octava edición 9 de Agosto, 2001

______________________________________________________________________

Este ensayo filosófico acerca de la deshumanización de las artes a principios del s. XX fue escrito por el filósofo y ensayista madrileño José Ortega y Gasset (1883-1955); tratándose de un afán del mismo, por comprender, desmitificar y en definitiva acercar el nuevo arte, o arte joven, al público. En cierto modo hace una aclaración para el no iniciado, el cual es invitado a comprender el mundo artístico que florece a sus pies; se podría decir que en ciertos pasajes hace una defensa a ultranza del nuevo estilo, tratando de destruirlo por completo en otros.

Comienza hablando en aquel primero de las cuestiones capitales por las que la producción artística de su tiempo, no goza de la aceptación pública, en donde hace diferenciación entre dos tipos de personas, aquellas que comprenden el significado de la obra de arte, aquellas que comprenden la obra, y por el contrario, aquellas que no alcanzan a descifrarlas, lo que provoca en ellos un sentimiento de inferioridad y por lo tanto el disgusto.

No obstante se evidencia que la apreciación y valoración del arte moderno queda en manos de un reducido número de intelectuales, capaces de captar y dar valor estético a las propuestas novedosas; lo que el autor denomina arte artístico. En cierta medida, señala que esta característica surge de una dualidad, la incapacidad del no iniciado y la propia posición del artista ante el arte inmediatamente predecesor a él. Con ello refiere a que el artista se afana en “deshumanizar el arte”, restarle todo vestigio de humanidad, lo que provoca que sumado a la incapacidad producida por la falta de educación artística de la masa, aumente la distancia entre público y producto; y expone: “Con estos jóvenes cabe hacer una de dos cosas: O fusilarlos, o esforzarse en comprenderlos”. A lo que suma: “yo he optado resueltamente por esta segunda operación. Y pronto he advertido que germina en ellos un nuevo sentido del arte, perfectamente claro, coherente y racional”. Aquí, Ortega y Gasset no está haciendo más que ofrecer el beneficio de la duda al nuevo arte en lugar de prejuzgarlo y denigrarlo al olvido; y es que la primera opción es por la que la masa opta, “como no lo entiendo, paso…”, siendo este pensamiento el que albergan en sus mentes los jóvenes de nuestros días, y no solo en cuanto al arte, sino en la mayoría de los aspectos de sus vidas, no somos capaces de apreciar las cosas que requieren un esfuerzo intelectual, quizás debido al ritmo de vida actual, y a los convencionalismos sociales de nuestra época, los cuales no han cambiado demasiado en estos casi cien años, ya que al igual que la burguesía del s. XIX que condenaba el nuevo arte y se acomodaba en lo clásico, la mayor parte de nuestra sociedad, opta por la facilidad de lo ya establecido, de “tragarse lo que les echen”, llegando al punto en el que no sabemos distinguir entra aquello que es bueno, o nos proporciona una recompensa intelectual, a favor de la satisfacción momentánea, vaga, insulsa y falta de contenido, quizá fruto de las acciones y contracciones de toda esa complicada y múltiple maraña de pensamientos acaecidos en el s. XX , de las conexiones y transformaciones sociales fruto de la interrelación arte sociedad y su juego recíproco.

Como ya apuntaba anteriormente, este ensayo trata de comprender y clasificar en cierta medida el nuevo arte, entonces, cabe destacar, el esfuerzo del autor por conceptualizar el arte moderno en general, analizando las diversas tendencias que poseen en común las diferentes expresiones artísticas, exponiendo principalmente siete tendencias: “1º, el arte tiende a la deshumanización, 2º a evitar las formas vivas, 3º ha hacerse una realidad en sí misma, 4º por lo tanto ha de considerarse a sí mismo como un juego interactivo entre objeto y observador, 5º tiende a la ironía, 6º a la purificación de la forma artística y por último tiende a la intrascendencia”.

Antes de comenzar a desarrollar cada una de las tendencias, el filósofo madrileño siente la necesidad de aclarar una cuestión que se tornara muy relevante para la comprensión de ciertos aspectos de su ensayo, y es el modo de conocimiento de la realidad humano, que se basa principalmente en el conocimiento de esta por medio de las ideas subjetivas que nos formamos de la realidad (señalo subjetivas porque en ellas participa enormemente la percepción de la realidad, influenciada enormemente por nuestro gusto o disgusto, así como multitud de aspectos externos que no acontecen en este ejercicio).

Se señala que el nuevo arte utiliza una perspectiva opuesta a la que usamos en la vida cotidiana, tratando de formalizar las ideas tal y como son en “el mundo de las ideas”, dejando de lado su realidad en la realidad de las cosas, dicho de otro modo, haciendo los sueños, sueños y no realidades soñadas.

En este aspecto del nuevo arte desemboca lo que el autor denomina deshumanización, que surge de una “nueva sensibilidad estética”. Por deshumanización se entiende, que el nuevo artista tiende a ir en contra de la realidad, deformándola y rompiendo su aspecto humano. Se trata de crear una realidad paralela bajo la subjetividad del creador y representada en el objeto artístico. Aunque no debemos olvidar que sin cierta reminiscencia con la realidad, el significado que haya el espectador de la obra se haya casi imposible, sin embargo es este el error del espectador, y en esto coincido con el autor, el observador tiende a extraer una significación de la obra, un significado que más o menos se acomode entre sus ideales de realidad, y no advierte que el nuevo artista busca más que el significado, el placer estético, es decir, “no importa lo que se pinta, sino el cómo se pinta” he ahí el “don más sublime”, extraer algo de la realidad y deformarlo, transformarlo, hasta que tenga poca o ninguna relación con su antigua conexión con lo real.

“La gente nueva ha declarado tabú toda injerencia de lo humano en el arte”. “El nuevo artista comprende que el modo realista de expresar, se aprovecha de una noble debilidad que hay en el hombre por la que suele contagiarse del dolor o la alegría del prójimo. Este contagio no es de orden espiritual, sino que se trata de una reacción mecánica, nada más”. “el romántico caza con reclamo, se aprovecha inhonestamente del celo del pájaro para incrustar en él los perdigones de sus notas”.

Se expone así que el nuevo arte responde ante el realismo de forma crítica, ante el fraude de este, por considerarlo inhonesto, engañoso, al hacer algo parecido a lo que hace la publicidad en nuestros días, estudiar los aspectos psicológicos del hombre para generar en él un determinado sentimiento. En el caso de la publicidad, la venta del producto, en el caso del realismo, la empatía con el espectador; este movimiento pretende que el observador disfrute con la obra, de la obra; lo que pretende el nuevo arte es que la obra sea un pretexto, para que el espectador goce.

Sin embargo esta tendencia a la deshumanización provoca que el espectador se aleje de la obra y no sepa reducir la obra a un mero objeto expresivo, a un “desencadenador de goce” y por tanto no comprenda la funcionalidad de esta. Con esta aseveración, el autor viene a defender al artista al afirmar que: “el poeta joven, cuando poetiza, se propone simplemente ser poeta” […] “el poeta empieza donde el hombre acaba. El destino de este es vivir su itinerario humano; la misión de aquel es el inventar lo que no existe. De esta manera se justifica el oficio poético. El poeta aumenta el mundo, añadiendo a lo real, que ya está ahí por sí mismo, un irreal continente”.

Con esto, se refiere a que no hemos de atribuir al arte mayor transcendencia de la que en sí posee, no hemos de buscar soluciones al mundo en la expresión artística, sino que hemos de alcanzar el placer en la contemplación.

Prosiguiendo nuestro ya renombrado autor continua exponiendo diversos modos de deshumanización utilizados por los jóvenes afianzándose en la metáfora como la potencia humana deshumanizadora por excelencia, para ello alega que “todas las demás potencias nos mantienen inscritos dentro de lo real, podemos sumar o restar de la realidad, peso sólo la metáfora, que sustituye unas realidades por otras, nos permite rehuir de aquella para crear una nueva”.

Se expone en el texto que la metáfora proviene en cierta medida del tabú, del no poder nombrar una cosa e identificarla nombrándola con otra. A su vez se muestra el modo utilizado hasta el momento de la metáfora, siendo esta utilizada en su mayoría como ornamento, sin embargo, es relevante el exponer que el nuevo movimiento tiende a utilizar la metáfora como cosa en sí. “Al sustantivarse la metáfora, surge como resultado una imagen deshonrosa y denigrante de la nueva realidad resultante. De pintar las cosas se ha pasado a pintar las ideas: el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila hacia los paisajes internos”.

En consecuencia, nuestro autor se pregunta cuál es la razón para esta deshumanización denigrante, y observa que es resultado de la influencia negativa del pasado en el arte contemporáneo, y de la reacción contraria a lo ya creado. Normalmente tendemos a hacer lo contrario a lo que nos dicen, sino pensemos en nuestra juventud, cómo nos revelamos contra lo establecido, en general contra nuestros padres. Él continua: > y asco a las formas vivas, proviene de esta antipatía a la interpretación tradicional de las realidades”. Lo que lleva a la siguiente cuestión: “al fin y al cabo agredir al arte del pasado es revolverse contra el arte mismo […] pero ¿es qué, entonces bajo la máscara de amor, al arte puro se esconde hartazgo del arte, odio al arte? ¿Cómo sería posible? Odio al arte no puede surgir sino donde domina también odio a la ciencia, odio al Estado, odio en suma, a la cultura toda… ¿es que fermenta en los pechos europeos un inconcebible rencor contra su propia esencia histórica?”

Personalmente creo que para completar esta serie de cuestiones, he de exponer que giran en torno a una única ¿cuáles son las razones que sienten los artistas para que se produzcan esta serie de cambios, y del modo determinado en que se producen?; comencemos por incluir las ya conocidas y expuestas en multitud de teorías artísticas del s XX, e intentemos relacionarlas:

El Impresionismo es sin duda el punto y coma en todo este proceso, hasta aquí la manera de pintar había sido única, con un reglaje determinado, sin embargo los impresionistas cambian tanto la técnica como la temática. En un esfuerzo arduo, Ortega y Gasset, trata de definir los cambios en esta última, la temática, sin embargo deja un poco de lado el aspecto técnico ya que él trata sobre el arte en general (poesía, música, pintura, etc.); sin embargo me veo en la necesidad de centrarme en el modo de expresión pictórico: indudablemente la ciencia avanzaba enormemente y aportaba a los artistas nuevas teorías del color ya conocidas por todos, estos nuevos colores debieron de suponer para los jóvenes, una nueva ventana hacia un mundo de infinitas posibilidades por explorar. Por consecuencia, se había roto aquello que voy a definir como una dictadura metodológica e intelectual, con lo que el artista se ve libre de ataduras; pongamos por ejemplo un saco de arroz con un agujero, por el que lentamente se escapan los granos de arroz. Cada grano representa un artista, una idea que escapa del saco de la tradición, cuantos más granos de arroz escapan, mas ideas, las cuales se discuten las unas a las otras, siendo este proceso cada vez mas vertiginoso, en ello influye enormemente el creciente mercado libre que se está gestando gracias a la revolución industrial, lo que produce, nuevos materiales, más asequibles, a un coste más reducido, lo que propicia nuevos artistas. Mas artistas, mas ideas, en definitiva multitud de tendencias que se suceden rápidamente, lo que acaba en que hasta el propio artista no sepa cuál es el camino a elegir, hasta que descubre que el arte no puede transcender mas allá de sus propias fronteras, arte es arte, es método de expresión, es necesidad humana, es manifestación social, es todas estas definiciones y ninguna a la vez.

Personalmente me parece que el filósofo y ensayista con “la deshumanización del arte” realiza una defensa a ultranza de los nuevos modelos con los modelos con los que convive, lógicamente él se ve envuelto en este arrecife y como parte de él, trata de clasificarlo, desmenuzarlo, no tanto en la medida de diferente estilos, sino para definir los valores incomprendidos aunando el sentimiento general de cambio en una sola frase que designe todos los aspectos generales de los diversos estilos; aquella que da título a su ensayo, y que pone de manifiesto lo que a su entender (y me resulta totalmente acertada) está ocurriendo en su tiempo. En definitiva está tratando de conceptualizar toda esa vorágine de acontecimientos que tuvo que vivir en primera persona. No olvidemos que Ortega y Gasset, así como muchos otros, está enormemente comprometido con su tiempo, y pienso que le repugna o al menos a mi si, la idea de un arte incomprendido socialmente, siendo este el por qué de este ensayo, en definitiva una invitación al no iniciado a tratar de hacer un esfuerzo, intelectual por comprender

“lo nuevo”.

En conformidad con lo expuesto en este ensayo, se me llena el corazón de espinas al observar, como tras ochenta y tres años, la sociedad continúa sin comprender del todo el arte, es decir, que aún hoy se continúe tratando de dar significación al arte, cuando realmente el arte de nuestros días, en multitud de casos, carece de significación alguna. En otros, puede albergar tantos significados que sería imposible extraer una conclusión objetiva; en definitiva me resulta extraño imaginar cómo aún no somos capaces de comprender que el arte es una cosa a la que no hay que buscarle mayor trascendencia, sino que hay que disfrutar con la plasticidad del arte. Todo lo demás, no son más que aditamentos que en determinados momentos nos sorprenderán y sobrecogerán, pero que en sí no son el propósito del arte.

Concluyendo he de exponer que indudablemente el arte es un lenguaje, (no entraré en discusiones sobre esta afirmación ya que lo considero totalmente innecesario). Del mismo modo que para aprender una lengua es necesario comprender y saber utilizar las diferentes normas, para comprender lo que es el arte, y el goce estético, pienso que es necesaria una educación estética, para todos, ya que se evidencia que el arte es algo intrínseco a la raza humana, consecuencia de su dudable inteligencia.

Es evidente que toda persona que se acerque al arte, si es falto de esta educación estética jamás podrá entender algo, y por consiguiente se desinteresará con lo que el arte, como en cierto grado acontece en la actualidad, está siendo desmerecido e incomprendido, avocado al olvido, solo para nosotros sus amantes.

Es evidente que el arte nunca desaparecerá y la estética llegará a un punto u otro; sin embargo pienso que esa distancia producida por lo que Ortega sintetiza como arte para artistas, puede desembocar en que el arte termine sucumbiendo (como lo ha hecho en los últimos tiempos) al mercado, y que se vea ensombrecido por este y avocado a un segundo plano, como por ejemplo sucede con la publicidad actual en la que el arte es utilizado en un segundo plano; de él apenas se aprovechan los aspectos técnicos de composición y en raras ocasiones se tratan temáticas provenientes del arte, es decir, se utiliza la técnica pero se vacía de contenido. El artista jamás debería sucumbir a las necesidades del mercado ya que así, deja de ser artista para convertirse en artesano; el arte deja de ser arte para ser producto.

La Deshumanización del arte, Cap. I, Impopularidad del arte nuevo.

Título del segundo capítulo

Cap. II Pág. 56

Cap. II Arte artístico, Pág. 57

Cap. VI Sigue la deshumanización del arte, Pág. 67

Cap. VI Sigue la deshumanización del arte, Pág. 68

Cap. VI Pag., 72

Cap XIX Pag. 79

Cap X Págs., 84 - 85

He de incidir en que esta posibilidad, se trata de un pensamiento que sin lugar a duda, puede ser compartido o no, pero siento la necesidad de expresarlo en cierta medida, por ser miembro de la sociedad en que vivo.

sábado, 14 de junio de 2008

Jeff Wall, A SUDDEN GUST OF WIND






Daniel Gutiérrez Luque

2007/2008

Jeff Wall

FICHA TÉCNICA:

Título: “Una Repentina Ráfaga de viento”

Autor: Jeff Wall

Técnica: Fotografía

Fecha: 1995

Exposición: TATE GALLERY, Londres

Dimensiones: 2500x3970x340 mm

A Sudden Gust of Wind” (After Hokusai), obra del canadiense Jeff Wall (Vancouver 1946) nos remite a uno de los grabados japoneses más conocidos, titulado “Thirty Six Views of Mt Fuji” de Katsushika Hokusai 1830-1833. Wall, realiza un meticuloso trabajo, casi de procedimiento oriental, utilizó más de cien fotografías para componer el montaje digital definitivo, aquel que retrata, como el más sutil de los pintores, el movimiento del aire, la espiritualidad suspendida en el vacío de las cosas triviales, como un papel.

Jeff Wall, nace en Vancouver en 1946, ciudad donde trabaja. Como artista y como teórico se ha convertido en miembro de los más destacados pensadores en su disciplina. Siendo premiado en el año 2002 con el prestigioso premio “Hasselbad”. Hasta los años 60, estudia en el “Courtauld Institute” de Londres, sobre la historia social del arte. Wall se descubre como un pintor de lo prosaico que se opone al propio medio, pues la ley básica de su trabajo es la del director artístico de una película que sólo quiere exponer un procedimiento. Su obra ha ayudado a definir el llamado “Fotoconceptualísmo”, retornando con ella a la labor de “estudio”, estando muy influido por los temas de la pintura francesa, (Delacroix, Manet,…) Crea sus imágenes a partir de lo que él llama una “academia interior”, siguiendo un “programa de la vida moderna”, así como los pintores de historia seguían programas iconográficos fijados por textos canónicos. Sus imágenes son de grandes proporciones (2x2m), transparencias colocadas en cajas de luz (según el fotógrafo esta idea le vino durante un viaje en autobús entre España y Londres, tras ver un anuncio publicitario montado sobre una caja de luz en una parada de autobús). La característica más palpable de su obra, es la preparación minuciosa de los escenarios y los actores, junto con el pleno control de todos los detalles, así como, unas composiciones bien pensadas, desarrolladas a partir de los artistas clásicos. Su temática abarca temas sociales y políticos tales como la violencia urbana, el racismo, la pobreza, o incluso conflictos de género y clase.

Las preocupaciones de este artista en cuanto al medio con el que trabaja, son expresadas por él mismo en su “Escrito sobre fotografía”, en el que expone que:

“Para la generación de los 60, la fotografía artística permanecía demasiado enraizada en las tradiciones pictóricas del arte moderno. Vivía una existencia marginal de una serenidad irritante, que la mantenía a distancia del drama intelectual del vanguardismo al tiempo que reivindicaba un lugar destacado, o incluso definitivo dentro de este. Los artistas más jóvenes querían alterar este orden, desarraigar y radicalizar el medio, y así lo hicieron, mediante el recurso más sofisticado que tenían a su alcance: la autocrítica del arte asociada a la tradición vanguardista. Su enfoque insinuaba que la fotografía todavía no se había convertido en vanguardia, todavía no había llevado a cabo el auto-derrocamiento o deconstrucción que las otras artes habían establecido como algo fundamental para su desarrollo y su amor propio. Es bien conocido como los artistas de esa generación realizan su intento de “desarraigar y radicalizar el medio”: por un lado, y en una aproximación al Foto documentalismo y a la fotografía sin pretensiones de artisticidad especifica, se sirven de ella como documento de sus propios comportamientos, acciones, “señalizaciones”, etc. Pero también del propio dominio de lo social, del orden de la vida cotidiana. Por otro lado, exploran las virtualidades de un

medio técnico que, con su desarrollo industrial en la 2ª mitad del siglo, pone la capacidad de producción de imágenes al alcance de cualquier persona. La disolución del existir separado de lo artístico que niega el privilegio de la condición del artista a sujetos específicos, para pregonarla del total de la humanidad, encuentra en el eslogan de la Kodak en los 60 un inesperado refuerzo. “Tu aprieta el botón, nosotros hacemos el resto”. No es solo que los jóvenes artistas de esos años imitaban en sus trabajos documentalistas el amateurismo de las fotografías instantáneas, ironizando contra el Tic de la artistización de la fotografía que hasta entonces había reproducido sin sentido crítico los criterios del “arte culto”, de la “técnica” y la “calidad”. Más allá de ello, se invitaba a escrutar los potenciales de la negación de la autoría de la artisticidad”.

Ahora centrémonos en la obra seleccionada, sobre la cual, tras conocer brevemente la técnica y preocupaciones de su autor, trabajaremos a continuación: “A Sudden Gust of Wind”, “Una repentina ráfaga de viento”.


Al igual que en el resto de sus obras, el fotógrafo canadiense, no plasma una escena recortada de la realidad, como las de “Robert Cartier Bresson” creador de “L´instant precis”, aunque en esta imagen, juega un poco con ese efecto, realizando una creación artística escenográfica; por lo que hablaríamos de Wall, como un pintor fotográfico que juega con los fotomontajes, rellenando una superficie blanca sobre la que trabaja, superponiendo acetatos en una “caja de luz”, con una bombilla detrás de todas las capas. La disposición de los elementos visuales en esta imagen conjugan una gran efectividad en cuanto al movimiento y la expresividad de la imagen en la que encontramos una amplia perspectiva cónica, marcada por las líneas que delimitan el río a la derecha de la escena, que a su vez se podría desmembrar en cuatro planos.

En el primero hallaríamos cuatro personajes que se encuentran en diversas posturas y dos árboles curvados sobre un puente de tierra en la base de la fotografía. En un segundo plano se observan: el río (en la zona del centro a la derecha), un segundo puente (al fondo del río), una serie de postes eléctricos, que reflejan profundidad por su sucesión de tamaños desde el más grande y cercano, al más pequeño y lejano, (en la parte derecha), junto con una gran extensión de tierra rojiza (que se extiende desde el río al borde izquierdo). Por tercer plano entendemos una ciudad desdibujada en la neblina, y por cuarto y último un vasto cielo que ocupa dos tercios de la imagen.

Se trata de una imagen en la que se presentan dos grandes masas horizontales (tierra y cielo), y una vertical que rompe en la zona izquierda la horizontalidad (los árboles). Predominan las tonalidades tierra, y se pueden observar diversos contrastes; el puente del primer plano, así como la extensión de tierra adyacente a la orilla izquierda del rio, muestran un tono tierra rojizo que resalta con ambas orillas del rio de tonalidades verdosas y amarillentas jugando con el contraste de contrarios. Encontramos también un gran contraste entre fríos y cálidos entre el rojizo de la tierra y hojas de los árboles, con el azul blanquecino del cielo. Juega el artista a su vez, con el contraste de claroscuros, cuando coloca a los personajes ataviados con prendas de tonalidades negras, sobre los planos de color más claro que aparecen tras ellos, y cuando coloca los tonos de mayor oscuridad en el tercer plano (en la ciudad neblinosa), dando una mayor sensación de profundidad; desdibujando dicho plano, lo que también sirve para reforzar la profundidad de la escena y contribuir a la perspectiva cónica. Tenemos una imagen de gran luminosidad, con la iluminación natural típica de un día nublado, lo que se deduce de la ligera ausencia de sombras.

Se nos plantea una fotografía que a pesar de su instantaneidad, alberga una gran sensación de movimiento, conseguido a través de su personaje principal, la repentina ráfaga de viento; personaje elíptico que barre la escena de izquierda a derecha de forma ascendente, como si de una línea diagonal se tratase, revoloteando los papeles del primer personaje humano de la derecha, y esparciéndolos por todo el cielo, meciendo con fuerza los árboles provocando que se le desprendan las pocas hojas que les quedan, y estirando las telas de los ropajes de los personajes. El segundo hombre de la izquierda, corre a favor del viento, como si tratara de recuperar los papeles o buscara refugio del fuerte viento, mientras que el personaje central observa sorprendido (hecho que se deduce de su pose, con los brazos abiertos en señal de indignación), como vuela por los aires su sombrero. Por último, el personaje de la derecha trata de no perder su gorro, sujetándolo con fuerza con su mano izquierda, mientras busca refugio.

Aquí Wall está jugando, al igual que otros grandes artistas (como Velázquez o Goya), con el espacio, con la intención de plasmar en una imagen el aire que discurre por la escena.

Como se puede observar en el “Estudio previo de: Una repentina ráfaga de viento” (collage, lápiz de color y acetatos, 773x1215mm), el viento, los personajes, los papeles, el árbol, el río, todo está

milimétricamente colocado en la escena, todo juega un papel significativo en la búsqueda del artista de la representación gráfica del movimiento del viento.

Observamos que las actitudes de los personajes, así como la acción del viento y la colocación de los elementos visuales, están inspiradas en el grabado de Katsushika Hokusai, “Thirty six views of Mt Fuji, 1830-1833, uno de los más famosos grabados de la época. En él, encontramos el tema acerca del que trata nuestra imagen, que no es más que el de llevar a la actualidad una escena de género, ya que no es más que un retrato del viento y de la espiritualidad de lo trivial.

Una interpretación personal, me lleva a razonar que se trata de un retrato idealizado de la sociedad actual en la que existen diferentes tipos de personas, y diferentes modos de reaccionar ante la realidad, para exponer eso me baso en la fuerza de la imagen que tienen la expresión de los personajes, están los que pierden los papeles, que se quedan estupefactos ante el porvenir de los acontecimientos (como el personaje de la izquierda), están los que huyen (como el segundo personaje de la izquierda), a continuación y representados por el personaje central, están los que aunque se indignan, se resignan ante la realidad, y por último los que se esconden de la realidad y tratan de sobrellevarla lo mejor que pueden representados por el personaje de la derecha.

BLADE RUNNER


FICHA TÉCNICA

DIRECCIÓN: Ridley Scout

PRODUCCIÓN: Michael Deeley, Hampton Fancher, Brian Nelly, Jerry Perenchio, Ivor Powell, Run Run Shaw, Bud Yorkin

GUIÓN: Hampton Fancher, David Webb Peoples; basado en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?,1968 de Philip K. Dick

MÚSICA: Vangelis

FOTOGRAFÍA: Jordan Cronenweth

REPARTO: Harrison Ford, Rutger Hauer, Sean Young, Daryl Hannah, Edward James Olmos, Joanna Cassidy

PAIS: Estados Unidos

AÑO: 1982

GENERO: Ciencia ficción

DURACIÓN: 117 min.


INTRODUCCIÓN

Blade Runner es una película de ciencia ficción estadounidense, dirigida por Ridley Scott, estrenada en 1982 y basada en la novela de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep?, 1968”. El film se ha convertido en un clásico de la ciencia ficción y precursora del género cyberpunk, obteniendo dos nominaciones a los Oscar.

Ridley Scott, nacido el 30 de Noviembre de 1937, es un director de cine británico, hermano del también director de cine Tony Scout. Ha sido nominado en tres ocasiones a los premios Oscar a la mejor dirección y en enero de 2003, fue nombrado “Sir” Scott, por la reina Isabel II. En sus películas, se

pone de manifiesto la importancia de la experiencia sensorial (visual y sonora) del espectador. Scott unifica iluminación, fotografía, creación de ambientes, sincronización, con la música, las voces o los sonidos, todo ello contribuyendo en la experiencia total del espectador. En sus primeras obras, (sobre todo Los duelistas, Alien, el octavo pasajero, y Blade Runner) proporcionan al espectador una experiencia completa donde la ambientación recreada en ellas es digna de recordar.

El británico, fue el primero en utilizar comercialmente la denominación “Director´s Cut” (montaje del director), con esta película la cual analizamos, se trata de una obra que el director reedita para el público y en la que se aprecian diferencias con la versión estrenada originalmente. Blade Runner, así como Alien, son consideradas como autenticas obras de culto.[1]


La Teniente O´neill, 1997; Gladiador, 2000; Hannibal, 2001; Black Hawck Derribado, 2001; El reino

de los cielos, 2005; o American Gangster, 2007; son algunas de las películas de la larga filmografía de este director.

La película transcurre en una versión distópica de la ciudad de Los Ángeles, EEUU durante el mes de noviembre de 2019. El guión, escrito por Hampton Fancher y David Peoples, se inspira libremente en la novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dick. El reparto se compone de Harrison Ford, Rutger Hauer, Sean Young, Edward James Olmos, M. Emmet Walsh, Daryl Hannah, William Sanderson, Brion James, Joe Turkel y Joanna Cassidy; el diseñador principal fué Syd Mead y la música original fué compuesta por Vangelis. El largometraje, describe un futuro en el que seres fabricados a través de la ingeniería genética, a los que se les denomina replicantes, son empleados en trabajos peligrosos como esclavos en las “colonias exteriores” de la Tierra. Creados por la Tyrell Corporation para ser “mas humanos que los humanos”, especialmente el modelo Nexus 6, que se asemejan físicamente a los humanos (con una mayor fuerza física y agilidad), pero carentes de la misma respuesta emocional y empática. Los replicantes, son declarados ilegales en el planeta Tierra tras un sangriento motín. Tras ello se creó un cuerpo especial de la policía, los Blade Runners, encargados de rastrear y retirar a los replicantes fugitivos que se encuentran en la Tierra.

En principio, Blade Runner recibió críticas contradictorias de parte de la prensa especializada. Unos se mostraron confundidos y decepcionados de que no tuviese el ritmo narrativo que se esperaba de una película de acción, otros apreciaban su complejidad temática. La película no obtuvo buenos resultados de taquilla en los cines norteamericanos, pero logro un gran éxito en el resto del mundo. La película se convirtió en la favorita de los cinéfilos y el mundo académico y gano rápidamente el titulo de película de culto. Fue tal su éxito como cinta de alquiler en los videoclubes, éxito debido parcialmente a que la película se enriquecía al verla mas de una vez, se la eligió como una de las primeras películas en ser lanzadas en formato DVD. Blade Runner, ha sido aclamada como un clásico moderno por la ambientación lograda con sus efectos especiales y por adelantarse en plantear temas y preocupaciones fundamentales para el siglo XXI. Se la ha elogiado como una de las películas más influyentes de todos los

tiempos, debido a su ambientación detallada y original, que sirve como un hito visual postmoderno con su descripción realista de un futuro en decadencia.[1]

PRODUCCIÓN

El guión, escrito por Hampton Fancher, atrajo al productor Michael Deeley (quien aseguró financiación para el proyecto con varias fuentes, las que mas tarde resultaron problemáticas cuando una de ellas retraso el lanzamiento de la edición especial de la película) este, a su vez, convenció al director Ridley Scott de crear su primera película en los EEUU; Scott disconforme con el guión, solicitó a David Webb Peoples rescribirlo. El titulo de la película viene de la novela The Bladerunner, de Alan E. Nourse, cuyo protagonista contrabandea instrumentos quirúrgicos en el mercado negro y de Bladerunner, A Movie, un tratado de cine escrito por William S. Burroughs; mas allá del titulo, ninguna de las obras antes mencionadas resalta relevante para la película. Flancher encontró casualmente una copia de Bladerunner, A Movie mientras Scott estaba buscando un titulo comercial para su película; a Scott le agrado el titulo, y obtuvo los derechos sobre él, pero no sobre la novela.

Blade Runner debe mucho a Metrópolis de Fritz Lang*.

Scott da crédito al cuadro Nighthawks, de Edward Hopper,

y a la historia breve The Long Tomorrow, escrita por

Dan O´Bannon y dibujada por Moebius, como fuentes estilísticas para la ambientación, el director contrato a Syd Mead como artista conceptual, y ambos recibieron gran influencia de la revista francesa de ciencia ficción Metal Hurlant (Heavy Metal), en la que Moebius contribuía. Este recibió la oferta de trabajar en la preproducción de la película, el cual declino para poder trabajar con René Laloux en la película animada Les Mâitres du temps, decisión de la que posteriormente se arrepentiría. Lawrence G. Paul (diseñador de producción) y David Zinder (director de arte) hicieron realidad los bocetos de Scott y Mead. Jim Burns trabajo en el diseño de los vehículos Spinner; Douglas Trumbull y Richard Yuricich supervisaron los efectos especiales de la película.















SINOPSIS


En la ciudad de Los Ángeles, en noviembre de 2019, Rick Deckard (Harrison Ford) es llamado a su retiro cuando un Blade Runner excesivamente confiado, Holden (Morgan Paul), recibe un tiro mientras llevaba a cabo la prueba Voight-Kampff a Leon (Brion James), un replicante

fugitivo.

Deckard, dubitativo y obligado a ello, se encuentra con Bryant (M. Emmet Walsh), su antiguo jefe, quien le informa que la reciente fuga de replicantes Nexus 6 es la peor hasta el momento. Bryant informa a Deckard acerca de los replicantes: Roy Batty (Rutger Hauer) es un comando, Leon es soldado y obrero, Zhora (Joanna Cassidy) es una trabajadora sexual entrenada como asesina y Pris (Daryl Hannah) un “modelo básico de placer”. Bryant le explica que el modelo Nexus 6 tiene una vida limitada a cuatro años como salvaguarda contra su desarrollo emocional inestable. Deckard es acompañado por Gaff (Edward James Olmos) a la Tyrell Corporation para comprobar que la prueba Voight-Kampff funciona con los modelos Nexus 6. Ahí, Deckard descubre que Rachael (Sean Young), la joven secretaria de Tyrell (Joe Turkel) es una

replicante experimental, con recuerdos implantados que le permiten contar con una base emocional.

Posteriormente Deckard y Gaff allanan el apartamento de Leon mientras él y Roy obligan a Chef (James Hong), un diseñador genético de ojos y creador de los ojos del Nexus 6, a que les envíe con J.F. Sebastian (William Sanderson), pues él les puede permitir llegar a Tyrell. Mas tarde, Rachael visita a Deckard en su apartamento para probarle que ella es humana, pero huye llorando al enterarse que sus recuerdos son artificiales. Pris conoce a Sebastian y se aprovecha de su bondad para lograr entrar en su apartamento. A su vez las pistas encontradas en el

apartamento de Leon llevan a Deckard al bar de Taif Lewis (Hy Pyke), lugar en que la tatuada Zhora realiza su espectáculo con una serpiente artificial. Ella trata desesperadamente huir de Deckard por las calles atestadas de gente, pero Deckard logra alcanzarla y la “retira”. Tras el tiroteo, Gaff y Bryant aparecen e informan a Deckard que también hay que “retirar” a Rachael. Casualmente el protagonista, la localiza entre la multitud, y mientras que la sigue, Leon le desarma repentinamente, y Deckard recibe una paliza. Rachael dispara a Leon, salvando la vida

a Deckard y ambos se dirigen al apartamento de Rick, donde discuten las opciones que tiene Rachael. En un tranquilo instante de intimidad musical, ambos se empiezan a enamorar.

Entretanto, Roy llega al apartamento de Sebastián y se vale del encanto de Pris para convencer a Sebastián de ayudarle a reunirse con Tyrell. Ya en la habitación de Tyrell, Roy demanda que prolongue su vida y pide perdón por sus pecados. Al no ver satisfecha ninguna de sus solicitudes,

Roy asesina a Tyrell y Sebastian.

Entonces Deckard es enviado al apartamento de Sebastian después de los asesinatos. Allí, Pris le prepara una emboscada, haciéndose pasar por un maniquí*, aunque Deckard consigue dispararle tras la lucha. Roy regresa y descubre la muerte de Pris con lo que entra en cólera, atrapando a Deckard en el apartamento, y comienza a perseguirlo a través del edificio Bradbury hasta llegar al tejado. Deckard intenta escapar saltando a otro edificio quedando colgado de una viga. Roy*, mas hábil y fuerte, cruza con facilidad y mira fijamente a Deckard, momento en el que este se desprende de la [1]

viga, Roy lo sujeta por la muñeca, salvándole la vida. Roy se deteriora rápidamente (sus Cuatro años de vida se acaban), se sienta y relata con elocuencia los grandes momentos de su vida concluyendo:

“Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lagrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Roy muere dejando escapar una paloma que tiene en sus manos, mientras Deckard le mira en silencio. Gaff llega poco después y marchándose, le grita a Deckard: “Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?”.

Deckard regresa a su apartamento y entra con cuidado, cuando nota que la puerta está entreabierta. Allí encuentra a Rachael, viva. Mientras se van del lugar, Deckard encuentra un origami que ha dejado Gaff (¿señal de que les ha permitido escapar?). Finalmente, la pareja se dirige hacia un futuro incierto.