sábado, 25 de septiembre de 2010

ROBERT HUGUES, EL DECLIVE DE LA CIUDAD DE MAHAGONY

FICHA TÉCNICA:

AUTOR:

Hugues, R.

TITULO:

El declive de la ciudad de Mahagony

OBRA:

A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas.

Traducción: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990)

De: Alberto Cascarelli

Ed. Anagrama

Barcelona 1992, (1987)

Págs. 11-41

En este ensayo Hugues retrata los procesos evolutivos del arte, acontecidos en la última centuria postulando como centro neurálgico de estos a la ciudad americana de Nueva York y su posterior declive. Expone que ésta desbancó a Europa del puesto centralista entre 1945-1970, siendo este cuarto de siglo la época de esplendor de la nueva capital del arte. Sin embargo, afirma que América “jamás ha producido” arte capaz de rivalizar con el europeo.

Desde su lejano punto de vista (Australia, nada más y nada menos) Hugues junto con sus coetáneos observaban el triunfo de Nueva York y sus artistas, resignándose ante sus logros, observando la impotencia de los artistas de su entorno para competir con aquéllos. Según él esto se debía a su incapacidad para contemplar obras de arte; puesto que solo tenían a su alcance la revista “ARTnews” cuyo tono era tan concluyente en cuanto a lo que de obras de arte se trataba que les era imposible oponerse a ella, salvo por el contacto íntimo con las obras originales, lo que era prácticamente imposible por su situación geográfica.

Expone: “¿Cómo no podíamos estar de acuerdo?, […] tendíamos a asumir la postura de que nuestra propia falta de preparación, o simple estupidez, era el impedimento que nos impedía ver”. No hace más que justificar la postura de resignación que como él, miles de personas tomaron ante el arte del nuevo siglo, al considerarse incapaces de estar a la altura de éste.

Prosiguiendo, el autor expone la problemática de la subyugación del arte al mercado, que comienza en la década de los 80. Para él, la inflación del mercado supone “la victoria de la promoción de la obra de arte sobre el conocimiento artístico”, y por consiguiente se produce un proceso de empobrecimiento en la preparación de los artistas. Todo ello culmina con lo que se denomina como un hundimiento cultural, que se corresponde con el declive de Nueva York, siendo este su punto de partida para el resto del mundo.

La decadencia de Nueva York coincide con su auge en política, economía y medios de comunicación; junto con una pérdida de talento en la pintura y en la escultura asociada a un declive general en los niveles educacionales.

En el último fin-de-siècle (1885-1905) el pensamiento imperialista europeo estaba en su apogeo; se ansiaba la conquista y el desarrollo, sin ninguna restricción ya que su mundo estaba mucho menos abarrotado que el nuestro. Nosotros pensamos en preservarlo mientras que ellos pensaban en la expansión. Esto se evidencia en las manifestaciones artísticas en las que la naturaleza aún era una fuente inagotable de formas para el artista. Además la calidad de las manifestaciones artísticas recaía en la preparación academicista en la que la mayoría de artistas se habían formado. Quizás también porque no estaban influidos por la contracultura que hoy nos acontece. Y es que durante el último siglo, la enseñanza ha sucumbido ante la falsedad de que el aprendizaje de los valores académicos es contrario a la creatividad.

Gran culpa de ello la tiene la enseñanza americana que trataba de potenciar las “personalidades realizadas” olvidando transmitir las difíciles habilidades de la pintura y la escultura. Se apunta también que la anexión de la enseñanza artística a las universidades encaminó las obras hacia el conceptualismo, anteponiéndose la teoría a la práctica. Así como la enseñanza dependiente de reproducciones de obras en lugar de obras reales, empuja al arte hacia lo incorpóreo, lo conceptual. Esto se convierte en un gran problema ya que las obras, en sus reproducciones, sufren una abstracción, una pérdida de sustancia, desde la plástica de estas hasta la escala. La diapositiva da al estudiante una idea casi abstracta de lo que es la idea autentica de la obra.

Prosigue Hugues que otra de las causas de ese hundimiento cultural del arte es producido por los medios de comunicación, que desbancan al arte como “forma primaria de discurso social, como índice de lo real”; en cierta medida como medio de comunicación. Y es que exceptuando la prensa, en el último fin-de-siècle, no existían los medios de comunicación de masas, la fotografía estaba naciendo, posteriormente aparecieron el cine y la televisión, ésta última no se convertiría en un hipnótico medio masivo de comunicación hasta después de los 50. “El poder de la televisión va mas allá de cualquier cosa que las bellas artes hayan deseado o conseguido jamás”. Ésta, vacía el mundo de significado, tiende a suprimir la imaginación explicando un mundo de estereotipos demasiado autoritarios como para que se desarrolle de un modo diferente.

Los modernos se fascinaron ante los medios de comunicación, pero los utilizaban dentro de las expectativas planteadas por su aprendizaje académico, sin embargo, en la actualidad y desde Warhol, los medios fueron abrazados por los artistas incondicionalmente, llegando al punto en el que el arte se separa de la naturaleza y busca su fundamento en la cultura. Esto según apunta Hugues se convierte en un callejón sin salida para el arte, ya que se “ha producido una cultura artística volcada hacia la información y no hacia la experiencia”.

Pintura y escultura tienen valores muy diferentes de los medios audiovisuales. El arte a diferencia de estos necesita una mirada prolongada y no una mirada pasajera. El arte tiene un aspecto espiritual del que carece lo audiovisual. Pero si el arte abre sus puertas a cosas que no tienen relación con él, estas se hacen con el mando y se produce una forma de arte híbrida que intenta ser espectáculo.

Retomando la ciudad de Nueva York como centro neurálgico del arte, Hugues expone que ésta permanece como un centro, pero no el centro, ya que su centralismo está basado principalmente en el mercado y este nada tiene que ver con la vitalidad cultural. Para el mercado, el conocimiento es una traba a su progreso y sometido a aquél se convierte en algo a extinguir, ya que el objetivo del mercado es borrar aquellos valores que impidan que cualquier cosa se convierta en una obra maestra.

En los últimos tiempos Nueva York ha generado una gran riqueza, lo que ha provocado una sobredimensión del mercado afectando al arte y convirtiéndolo en industria, “La Industria del Arte”, con muchísimos beneficios económicos y ninguna norma, llegándose a dar por supuesto que el arte ha de tener unos precios desorbitados. Como consecuencia de esto el arte pierde su valor inherente y su uso social, ya que al “encerrarlo en el circo del mercado es impedirle a la gente poder contemplarlo” “el Boom del mercado del arte ha significado un desastre sin paliativos para la vida pública del arte”

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 14

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 24

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 25

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 31

Hugues R. A toda crítica. Ensayos sobre arte y artistas. Traducción de: Nothing if not Critical (Nueva York, 1990) de Alberto Cascarelli. Ed. Anagrama; Barcelona 1992 (1987), Pág. 32

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