sábado, 25 de septiembre de 2010

ORTEGA Y GASET, LA DESHUMANIZACION DEL ARTE

FICHA TÉCNICA:

AUTOR: José Ortega y Gasset

TÍTULO: La Deshumanización del arte

FECHA DE PUBLICACIÓN: 1925

REFERENCIA: José Ortega y Gasset, “La deshumanización del arte y otros ensayos de estética”, Edit. Espasa Colección Austral, Octava edición 9 de Agosto, 2001

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Este ensayo filosófico acerca de la deshumanización de las artes a principios del s. XX fue escrito por el filósofo y ensayista madrileño José Ortega y Gasset (1883-1955); tratándose de un afán del mismo, por comprender, desmitificar y en definitiva acercar el nuevo arte, o arte joven, al público. En cierto modo hace una aclaración para el no iniciado, el cual es invitado a comprender el mundo artístico que florece a sus pies; se podría decir que en ciertos pasajes hace una defensa a ultranza del nuevo estilo, tratando de destruirlo por completo en otros.

Comienza hablando en aquel primero de las cuestiones capitales por las que la producción artística de su tiempo, no goza de la aceptación pública, en donde hace diferenciación entre dos tipos de personas, aquellas que comprenden el significado de la obra de arte, aquellas que comprenden la obra, y por el contrario, aquellas que no alcanzan a descifrarlas, lo que provoca en ellos un sentimiento de inferioridad y por lo tanto el disgusto.

No obstante se evidencia que la apreciación y valoración del arte moderno queda en manos de un reducido número de intelectuales, capaces de captar y dar valor estético a las propuestas novedosas; lo que el autor denomina arte artístico. En cierta medida, señala que esta característica surge de una dualidad, la incapacidad del no iniciado y la propia posición del artista ante el arte inmediatamente predecesor a él. Con ello refiere a que el artista se afana en “deshumanizar el arte”, restarle todo vestigio de humanidad, lo que provoca que sumado a la incapacidad producida por la falta de educación artística de la masa, aumente la distancia entre público y producto; y expone: “Con estos jóvenes cabe hacer una de dos cosas: O fusilarlos, o esforzarse en comprenderlos”. A lo que suma: “yo he optado resueltamente por esta segunda operación. Y pronto he advertido que germina en ellos un nuevo sentido del arte, perfectamente claro, coherente y racional”. Aquí, Ortega y Gasset no está haciendo más que ofrecer el beneficio de la duda al nuevo arte en lugar de prejuzgarlo y denigrarlo al olvido; y es que la primera opción es por la que la masa opta, “como no lo entiendo, paso…”, siendo este pensamiento el que albergan en sus mentes los jóvenes de nuestros días, y no solo en cuanto al arte, sino en la mayoría de los aspectos de sus vidas, no somos capaces de apreciar las cosas que requieren un esfuerzo intelectual, quizás debido al ritmo de vida actual, y a los convencionalismos sociales de nuestra época, los cuales no han cambiado demasiado en estos casi cien años, ya que al igual que la burguesía del s. XIX que condenaba el nuevo arte y se acomodaba en lo clásico, la mayor parte de nuestra sociedad, opta por la facilidad de lo ya establecido, de “tragarse lo que les echen”, llegando al punto en el que no sabemos distinguir entra aquello que es bueno, o nos proporciona una recompensa intelectual, a favor de la satisfacción momentánea, vaga, insulsa y falta de contenido, quizá fruto de las acciones y contracciones de toda esa complicada y múltiple maraña de pensamientos acaecidos en el s. XX , de las conexiones y transformaciones sociales fruto de la interrelación arte sociedad y su juego recíproco.

Como ya apuntaba anteriormente, este ensayo trata de comprender y clasificar en cierta medida el nuevo arte, entonces, cabe destacar, el esfuerzo del autor por conceptualizar el arte moderno en general, analizando las diversas tendencias que poseen en común las diferentes expresiones artísticas, exponiendo principalmente siete tendencias: “1º, el arte tiende a la deshumanización, 2º a evitar las formas vivas, 3º ha hacerse una realidad en sí misma, 4º por lo tanto ha de considerarse a sí mismo como un juego interactivo entre objeto y observador, 5º tiende a la ironía, 6º a la purificación de la forma artística y por último tiende a la intrascendencia”.

Antes de comenzar a desarrollar cada una de las tendencias, el filósofo madrileño siente la necesidad de aclarar una cuestión que se tornara muy relevante para la comprensión de ciertos aspectos de su ensayo, y es el modo de conocimiento de la realidad humano, que se basa principalmente en el conocimiento de esta por medio de las ideas subjetivas que nos formamos de la realidad (señalo subjetivas porque en ellas participa enormemente la percepción de la realidad, influenciada enormemente por nuestro gusto o disgusto, así como multitud de aspectos externos que no acontecen en este ejercicio).

Se señala que el nuevo arte utiliza una perspectiva opuesta a la que usamos en la vida cotidiana, tratando de formalizar las ideas tal y como son en “el mundo de las ideas”, dejando de lado su realidad en la realidad de las cosas, dicho de otro modo, haciendo los sueños, sueños y no realidades soñadas.

En este aspecto del nuevo arte desemboca lo que el autor denomina deshumanización, que surge de una “nueva sensibilidad estética”. Por deshumanización se entiende, que el nuevo artista tiende a ir en contra de la realidad, deformándola y rompiendo su aspecto humano. Se trata de crear una realidad paralela bajo la subjetividad del creador y representada en el objeto artístico. Aunque no debemos olvidar que sin cierta reminiscencia con la realidad, el significado que haya el espectador de la obra se haya casi imposible, sin embargo es este el error del espectador, y en esto coincido con el autor, el observador tiende a extraer una significación de la obra, un significado que más o menos se acomode entre sus ideales de realidad, y no advierte que el nuevo artista busca más que el significado, el placer estético, es decir, “no importa lo que se pinta, sino el cómo se pinta” he ahí el “don más sublime”, extraer algo de la realidad y deformarlo, transformarlo, hasta que tenga poca o ninguna relación con su antigua conexión con lo real.

“La gente nueva ha declarado tabú toda injerencia de lo humano en el arte”. “El nuevo artista comprende que el modo realista de expresar, se aprovecha de una noble debilidad que hay en el hombre por la que suele contagiarse del dolor o la alegría del prójimo. Este contagio no es de orden espiritual, sino que se trata de una reacción mecánica, nada más”. “el romántico caza con reclamo, se aprovecha inhonestamente del celo del pájaro para incrustar en él los perdigones de sus notas”.

Se expone así que el nuevo arte responde ante el realismo de forma crítica, ante el fraude de este, por considerarlo inhonesto, engañoso, al hacer algo parecido a lo que hace la publicidad en nuestros días, estudiar los aspectos psicológicos del hombre para generar en él un determinado sentimiento. En el caso de la publicidad, la venta del producto, en el caso del realismo, la empatía con el espectador; este movimiento pretende que el observador disfrute con la obra, de la obra; lo que pretende el nuevo arte es que la obra sea un pretexto, para que el espectador goce.

Sin embargo esta tendencia a la deshumanización provoca que el espectador se aleje de la obra y no sepa reducir la obra a un mero objeto expresivo, a un “desencadenador de goce” y por tanto no comprenda la funcionalidad de esta. Con esta aseveración, el autor viene a defender al artista al afirmar que: “el poeta joven, cuando poetiza, se propone simplemente ser poeta” […] “el poeta empieza donde el hombre acaba. El destino de este es vivir su itinerario humano; la misión de aquel es el inventar lo que no existe. De esta manera se justifica el oficio poético. El poeta aumenta el mundo, añadiendo a lo real, que ya está ahí por sí mismo, un irreal continente”.

Con esto, se refiere a que no hemos de atribuir al arte mayor transcendencia de la que en sí posee, no hemos de buscar soluciones al mundo en la expresión artística, sino que hemos de alcanzar el placer en la contemplación.

Prosiguiendo nuestro ya renombrado autor continua exponiendo diversos modos de deshumanización utilizados por los jóvenes afianzándose en la metáfora como la potencia humana deshumanizadora por excelencia, para ello alega que “todas las demás potencias nos mantienen inscritos dentro de lo real, podemos sumar o restar de la realidad, peso sólo la metáfora, que sustituye unas realidades por otras, nos permite rehuir de aquella para crear una nueva”.

Se expone en el texto que la metáfora proviene en cierta medida del tabú, del no poder nombrar una cosa e identificarla nombrándola con otra. A su vez se muestra el modo utilizado hasta el momento de la metáfora, siendo esta utilizada en su mayoría como ornamento, sin embargo, es relevante el exponer que el nuevo movimiento tiende a utilizar la metáfora como cosa en sí. “Al sustantivarse la metáfora, surge como resultado una imagen deshonrosa y denigrante de la nueva realidad resultante. De pintar las cosas se ha pasado a pintar las ideas: el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila hacia los paisajes internos”.

En consecuencia, nuestro autor se pregunta cuál es la razón para esta deshumanización denigrante, y observa que es resultado de la influencia negativa del pasado en el arte contemporáneo, y de la reacción contraria a lo ya creado. Normalmente tendemos a hacer lo contrario a lo que nos dicen, sino pensemos en nuestra juventud, cómo nos revelamos contra lo establecido, en general contra nuestros padres. Él continua: > y asco a las formas vivas, proviene de esta antipatía a la interpretación tradicional de las realidades”. Lo que lleva a la siguiente cuestión: “al fin y al cabo agredir al arte del pasado es revolverse contra el arte mismo […] pero ¿es qué, entonces bajo la máscara de amor, al arte puro se esconde hartazgo del arte, odio al arte? ¿Cómo sería posible? Odio al arte no puede surgir sino donde domina también odio a la ciencia, odio al Estado, odio en suma, a la cultura toda… ¿es que fermenta en los pechos europeos un inconcebible rencor contra su propia esencia histórica?”

Personalmente creo que para completar esta serie de cuestiones, he de exponer que giran en torno a una única ¿cuáles son las razones que sienten los artistas para que se produzcan esta serie de cambios, y del modo determinado en que se producen?; comencemos por incluir las ya conocidas y expuestas en multitud de teorías artísticas del s XX, e intentemos relacionarlas:

El Impresionismo es sin duda el punto y coma en todo este proceso, hasta aquí la manera de pintar había sido única, con un reglaje determinado, sin embargo los impresionistas cambian tanto la técnica como la temática. En un esfuerzo arduo, Ortega y Gasset, trata de definir los cambios en esta última, la temática, sin embargo deja un poco de lado el aspecto técnico ya que él trata sobre el arte en general (poesía, música, pintura, etc.); sin embargo me veo en la necesidad de centrarme en el modo de expresión pictórico: indudablemente la ciencia avanzaba enormemente y aportaba a los artistas nuevas teorías del color ya conocidas por todos, estos nuevos colores debieron de suponer para los jóvenes, una nueva ventana hacia un mundo de infinitas posibilidades por explorar. Por consecuencia, se había roto aquello que voy a definir como una dictadura metodológica e intelectual, con lo que el artista se ve libre de ataduras; pongamos por ejemplo un saco de arroz con un agujero, por el que lentamente se escapan los granos de arroz. Cada grano representa un artista, una idea que escapa del saco de la tradición, cuantos más granos de arroz escapan, mas ideas, las cuales se discuten las unas a las otras, siendo este proceso cada vez mas vertiginoso, en ello influye enormemente el creciente mercado libre que se está gestando gracias a la revolución industrial, lo que produce, nuevos materiales, más asequibles, a un coste más reducido, lo que propicia nuevos artistas. Mas artistas, mas ideas, en definitiva multitud de tendencias que se suceden rápidamente, lo que acaba en que hasta el propio artista no sepa cuál es el camino a elegir, hasta que descubre que el arte no puede transcender mas allá de sus propias fronteras, arte es arte, es método de expresión, es necesidad humana, es manifestación social, es todas estas definiciones y ninguna a la vez.

Personalmente me parece que el filósofo y ensayista con “la deshumanización del arte” realiza una defensa a ultranza de los nuevos modelos con los modelos con los que convive, lógicamente él se ve envuelto en este arrecife y como parte de él, trata de clasificarlo, desmenuzarlo, no tanto en la medida de diferente estilos, sino para definir los valores incomprendidos aunando el sentimiento general de cambio en una sola frase que designe todos los aspectos generales de los diversos estilos; aquella que da título a su ensayo, y que pone de manifiesto lo que a su entender (y me resulta totalmente acertada) está ocurriendo en su tiempo. En definitiva está tratando de conceptualizar toda esa vorágine de acontecimientos que tuvo que vivir en primera persona. No olvidemos que Ortega y Gasset, así como muchos otros, está enormemente comprometido con su tiempo, y pienso que le repugna o al menos a mi si, la idea de un arte incomprendido socialmente, siendo este el por qué de este ensayo, en definitiva una invitación al no iniciado a tratar de hacer un esfuerzo, intelectual por comprender

“lo nuevo”.

En conformidad con lo expuesto en este ensayo, se me llena el corazón de espinas al observar, como tras ochenta y tres años, la sociedad continúa sin comprender del todo el arte, es decir, que aún hoy se continúe tratando de dar significación al arte, cuando realmente el arte de nuestros días, en multitud de casos, carece de significación alguna. En otros, puede albergar tantos significados que sería imposible extraer una conclusión objetiva; en definitiva me resulta extraño imaginar cómo aún no somos capaces de comprender que el arte es una cosa a la que no hay que buscarle mayor trascendencia, sino que hay que disfrutar con la plasticidad del arte. Todo lo demás, no son más que aditamentos que en determinados momentos nos sorprenderán y sobrecogerán, pero que en sí no son el propósito del arte.

Concluyendo he de exponer que indudablemente el arte es un lenguaje, (no entraré en discusiones sobre esta afirmación ya que lo considero totalmente innecesario). Del mismo modo que para aprender una lengua es necesario comprender y saber utilizar las diferentes normas, para comprender lo que es el arte, y el goce estético, pienso que es necesaria una educación estética, para todos, ya que se evidencia que el arte es algo intrínseco a la raza humana, consecuencia de su dudable inteligencia.

Es evidente que toda persona que se acerque al arte, si es falto de esta educación estética jamás podrá entender algo, y por consiguiente se desinteresará con lo que el arte, como en cierto grado acontece en la actualidad, está siendo desmerecido e incomprendido, avocado al olvido, solo para nosotros sus amantes.

Es evidente que el arte nunca desaparecerá y la estética llegará a un punto u otro; sin embargo pienso que esa distancia producida por lo que Ortega sintetiza como arte para artistas, puede desembocar en que el arte termine sucumbiendo (como lo ha hecho en los últimos tiempos) al mercado, y que se vea ensombrecido por este y avocado a un segundo plano, como por ejemplo sucede con la publicidad actual en la que el arte es utilizado en un segundo plano; de él apenas se aprovechan los aspectos técnicos de composición y en raras ocasiones se tratan temáticas provenientes del arte, es decir, se utiliza la técnica pero se vacía de contenido. El artista jamás debería sucumbir a las necesidades del mercado ya que así, deja de ser artista para convertirse en artesano; el arte deja de ser arte para ser producto.

La Deshumanización del arte, Cap. I, Impopularidad del arte nuevo.

Título del segundo capítulo

Cap. II Pág. 56

Cap. II Arte artístico, Pág. 57

Cap. VI Sigue la deshumanización del arte, Pág. 67

Cap. VI Sigue la deshumanización del arte, Pág. 68

Cap. VI Pag., 72

Cap XIX Pag. 79

Cap X Págs., 84 - 85

He de incidir en que esta posibilidad, se trata de un pensamiento que sin lugar a duda, puede ser compartido o no, pero siento la necesidad de expresarlo en cierta medida, por ser miembro de la sociedad en que vivo.

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